lunes, 11 de septiembre de 2017

¿Qué hacemos con el miedo?

Alberto Tena 

05/09/2017

El temor, la inseguridad, la percepción del riesgo son características de las sociedades humanas que no podemos simplemente relegar al núcleo de construcción del fascismo, e incluso rechazar como emociones oscuras.
Que entre los sentimientos más importantes que gobiernan nuestras vidas esté el miedo parece algo que podríamos asegurar sin el apoyo de muchos datos ni contrastados análisis. En la actualidad, se han acuñado conceptos como posverdad para intentar hablar de los populismos, y tratar así de identificar la supuesta irracionalidad de estos sentimientos en política. Pero la verdad es que estos siempre han estado presentes, y entre ellos el miedo y la búsqueda de seguridades, que, como estamos viendo ahora mismo en la campaña electoral francesa, sigue estando en el centro de los problemas europeos.
Para el psicoanálisis, el miedo se produce cuando la angustia, la pulsión del cuerpo sin objeto, encuentra un objeto al que agarrarse. Cuando las personas relacionan directamente la angustia que sienten con algo específico y permanente, la angustia se constituye en una fobia. La fobia aparece para atar ese conflicto entre la pulsión y su representación, su identificación con un objeto concreto que se ata a tu identidad. Cuando vemos que la mayor parte de los derechos y seguridades que tenemos a nuestro alrededor se desmoronan, el miedo puede manifestarse en fobia;  como la xenofobia, miedo al extranjero, con la que se está dando una respuesta en todo Occidente en estos momentos. Esta angustia en torno a la que se constituye el miedo es de esas emociones que se vuelven muy pegajosas a nuevas representaciones y que mucho tienen que ver en general con la gente que tiene poca seguridad material a la hora de afrontar al futuro. Por eso, en general, la búsqueda de seguridad y protección ha estado tradicionalmente muy vinculada a las demandas del movimiento obrero y de los colectivos con menos poder social. 
Cuando hablamos de seguridad, a secas, pensamos en un posible Ministerio de Seguridad y Defensa, que nos proteja frente a otros externos, y, en los últimos tiempos, se nos vienen a la cabeza con gran preocupación Marine Le Pen y Donald Trump. Desde el primer día que escuchamos hablar de ellos, la seguridad y protección de sus nacionales frente a los extranjeros mexicanos o islámicos, o contra la globalización y la Unión Europea y sus oligarquías, ha sido la bandera que ha ondeado en cada uno de sus discursos. La seguridad como bandera para construir comunidades políticas cerradas, con menos derechos y menos democráticas. Pero el miedo, la inseguridad, la percepción del riesgo son características de las sociedades humanas que no podemos simplemente relegar al núcleo de construcción del fascismo, e incluso rechazar como emociones oscuras. Ya se sabe, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro. En algún momento de esa cadena es fundamental hacernos cargo de estos sentimientos colectivos. Estas emociones han sido en realidad uno de los ejes fundamentales en torno a los que se han construido muchas de las instituciones más útiles y avanzadas para el movimiento obrero y para las personas con menos poder en nuestras sociedades.
“Seguridad Social” probablemente pueda significar cosas distintas para personas distintas, pero en general tenemos la idea de que trata sobre del deseo colectivo de tener una mayor protección frente a los múltiples problemas de la vida (por lo general en el mercado de trabajo), frente a la enfermedad, a las privaciones materiales y a la incertidumbre; e igual nos acordamos del Fondo de Reserva que vemos en los gráficos cada día en el telediario en bajada continua; y alguna gente, en los colectivos, plataformas y centros sociales, que les han permitido construir pequeños espacios de tejido comunitario; o las familias como último resorte de protección al que acudir cuando algo va mal.  El 17 de noviembre de 1881, en el célebre discurso de Bismarck en el Reichstag, en el que se dijo eso de “es necesario un poco de socialismo para evitar tener socialistas”, en realidad, también se reconoció por primera vez colectivamente la misión de responsabilizarse del cuidado de todos los miembros de la sociedad sin que fuera la caridad la que tuviera que ocuparse de ello. En los siguientes años se fueron adoptando una serie de leyes sobre seguros contra los accidentes de trabajo, la invalidez y la vejez, y un sistema legislativo del que todavía hoy el sistema alemán conserva muchas de las características. Si tuviéramos que encontrar una única frase para definir el espíritu de lo que han sido los Estados de Bienestar de la posguerra, nos quedaríamos con la definición de Lord Beveridge según la cual todos los países democráticos avanzados deberían aspirar a poder garantizar a todos los ciudadanos la “seguridad de la cuna a la tumba”.  
Actualmente nos enfrentamos a nuevos riesgos sociales: la globalización, el desempleo tecnológico, el fenómeno de los trabajadores pobres, los cambios en los roles familiares debido a la incorporación masiva, si bien incompleta y precarizada, de las mujeres al mercado de trabajo, el envejecimiento de la población y la inmensa cantidad de trabajo de cuidados socialmente necesarios que esto conlleva, el desempleo juvenil, o, en el caso español en especial, la extensísima pobreza infantil. Los sistemas de “seguridad social” bismarckianos nunca se imaginaron que podía suceder algo como la aparición de los trabajadores pobres. El pleno empleo y una familia (unas mujeres) constituían las bases para el bienestar. Pero ese sistema de Bienestar no está pensado para los problemas a los que tienen que hacer frente la mayoría de la población porque está construido bajo supuestos sociales que ya no se corresponden con la realidad: el pleno empleo como normalidad a partir de la cual se consolidan derechos; y la familia, fundamentalmente un grupo de mujeres, como institución que se iba a encargar de las tareas que permiten sostener una vida que pueda ser después empleada por alguien en el mercado de trabajo, para producir valor, ganar dinero, estatus social y de ahí una serie de derechos y condición de ciudadanía.
Una de las propuestas de mayor calado en cuanto a cambio de perspectiva en relación a las políticas que tienen que llevar cabo los Estados de Bienestar para afrontar estos nuevos riesgos es la de la Renta Básica. Y aunque tradicionalmente sus defensores hayan apuesto el acento en su capacidad de generar mayor libertad (real) para las personas, la seguridad, es también uno de los elementos clave. De los diferentes proyectos piloto que se han puesto en práctica en todo el mundo, uno de los más famosos es el que se hizo entre 1974 y 1979 en Dauphin, Canadá. El experimento consistió en proporcionar una renta de forma incondicional a toda la población con un cálculo inversamente proporcional a los ingresos que cada persona percibía por su empleo. La mayor estudiosa de lo que ahí sucedió es la economista Evelyn L. Forget, que realizó un trabajo especialmente profundo en lo que tiene que ver con el análisis de variables vinculadas a la salud, hospitalizaciones, salud mental etc. Todos esos indicadores mostraron mejoras considerables, pero no exclusivamente entre los individuos que recibían finalmente esa renta. Cuando Evelyn Forget trató de explicar por qué sucedía esto también entre las personas que no estaban recibiendo esos ingresos -- su salario superaba el umbral establecido en ese momento-- dijo que la clave era que esta renta que se garantizaba a las personas era percibida por los ciudadanos como una especie de póliza de seguros contra la pobreza en el futuro, y era esto lo que activaba toda una serie de mecanismos virtuosos vinculados a la salud en toda la zona de Dauphin. Las políticas de protección social deben ocuparse tanto de quienes ahora mismo están en situaciones de privación total y son los más vulnerables, que se entiende normalmente como los sujetos de las políticas de protección social, como de quienes en este momento están mejor, pero tienen la necesidad de sentirse seguros ante la posibilidad de circunstancias adversas en algún momento de su ciclo vital. 
La seguridad ha sido una de las ideas fundamentales que ha sido capaz de organizar el orden político surgido de entreguerras que ahora está en crisis. La existencia de una subjetividad organizada, capaz de imaginar horizontes vitales sin demasiados sobresaltos, ha sido una de las claves que ha permitido mantener y proyectarse a la mayoría hacia posibilidades de progreso personal y colectivo.  Este imaginario de seguridad se ha perdido para una gran parte de la población, y es probable que sea tarea nuestra reconstruirlo, hacernos cargo de estos sentimientos colectivos para tratar de darnos una respuesta. Socializar las tareas de cuidados como un derecho, una renta básica que nos asegure la existencia material a todo el que viva en el territorio, abrir todas las posibilidades de generar vínculos colectivos que nos ayuden a construir ese sentimiento de comunidad son tareas que no tienen que ver exclusivamente con la justicia social, ni solo con el progreso económico, sino que probablemente  traten sobre una de las pocas garantías de construir un orden nuevo, capaz de sostener la vida de las personas en uno de los momentos de mayor incertidumbre global.  En 2011 el colectivo Juventud Sin Futuro declaraba que la única forma de afrontar ese futuro incierto, sin casa, sin curro y sin pensión, era quitarse el miedo. Entonces sonó a una afirmación, pero probablemente es una necesidad, apartar el miedo sigue siendo una tarea política fundamental. 
 
es politólogo, especialista en políticas públicas y sociales
Fuente:
http://ctxt.es/es/20170524/Firmas/12868/CTXT-seguridad-miedo-Trump-Le-Pen-Tena.htm#.WSaU0CP_KCS.twitter

La importancia de citar correctamente… 2.0

Por Alfonso Osorio
Universidad de Navarra
Cuando uno se introduce en el mundo académico, una de las primeras cosas que aprende es la de citar correctamente.
Para empezar, hay que darse cuenta de que es necesario citar. El impulso y la ilusión del comienzo le llevaban a decir simplemente lo que pensaba, quizá con salpicaduras de referencias vagas a autores consagrados, que el lector ya sabría captar. Pero entonces se aprende que las nuevas aportaciones científicas deben apoyarse de manera rigurosa en las anteriores, y que dicho apoyo debe declararse de manera clara en forma de citas.
Aunque lo importante de las citas es el contenido (qué citar), uno aprende también a cuidar la forma (cómo citar), según el estilo de citación: cita en el texto o a pie de página, orden de los elementos, qué elementos se ponen en cursiva…
Dentro de este aspecto formal, hay un punto que a menudo es descuidado, y que tiene a veces consecuencias insospechadas. Me refiero a la forma de indicar el nombre de una revista.
Hay revistas que tienen un título y un subtítulo (“Bordón. Revista de Pedagogía”, “Ocnos: Revista de estudios sobre lectura”, “Profesorado, Revista de Currículum y Formación del Profesorado”…). Al citar una de estas revistas, ¿debo incluir las dos partes del nombre, o solo una? Si incluyo las dos, ¿las separo con un punto, una coma, dos puntos, punto y coma, guion…?
Algunas revistas son (o han sido) conocidas por sus siglas (ESE, RELIEVE, REP, RIE, RIED…). ¿Indico las siglas y el nombre completo? ¿Solo las siglas? ¿Solo el nombre?
También hay revistas que tienen una versión inglesa de su nombre (“Bordon. Journal of Education”…). Cuando publico en inglés, ¿cómo cito esas revistas? ¿Con su nombre original, o el traducido?
Si el tratamiento que se va a dar a esas citas es manual/humano (es decir, otro investigador leyendo esa cita y buscando la fuente), es posible que las diferencias en el nombre de la revista tengan menos importancia. Incluso si omito una letra y digo “Estdios sobre Educación”, un lector humano no tendrá problema en entenderlo (incluso quizá ni se dé cuenta del error). Pero, cuando se trata de bases de datos de revistas indexadas automáticamente por un algoritmo informático, la exactitud de la cita adquiere una gran importancia.
Si el nombre de la revista no se indica de manera correcta, el algoritmo no reconoce la revista citada (ni, por tanto, el artículo citado). Así, aunque esa revista y ese artículo citados se encuentren en la misma base de datos, el sistema mostrará la cita como si se refiriera a un artículo y una revista desconocidos.
Esto, lógicamente, tiene un primer impacto negativo sobre los índices de citas de la revista citada (índice de impacto), del artículo citado (número de citas recibidas) y del autor citado (índice H, índice i10…). Pero, además de este efecto numérico, hay un efecto cualitativo que afecta al citado y al citante. La indexación de artículos no es solo (ni principalmente) para contar cuántos citan algo, sino para saber quién (qué artículo) cita a quién. Si el artículo A cita al artículo B, y esta cita está bien registrada, yo puedo acceder a A, buscar qué artículos ha citado, y encontrar B. O puedo acceder a B, buscar qué artículos le han citado, y encontrar A. Así, ambos artículos (y sus autores y revistas) se benefician de esa correcta indexación, aumentando su visibilidad.
¿Cómo evitar errores de indexación?
Parte de la tarea está en manos de las propias revistas, quizá las más interesadas en prevenir o corregir este problema. Un primer paso puede ser aclarar muy bien, y consistentemente, cuál es el nombre de la revista: escribirlo siempre igual (revista impresa, página web, registro en bases de datos…) y comunicarlo a todos los interesados. Otra práctica usada por muchas revistas es añadir, al comienzo de cada artículo, un pequeño cuadro titulado “cómo citar”, que indica la referencia completa de ese artículo.
Lógicamente, en última instancia, la correcta citación depende del autor. Cuando publicamos, siempre debemos revisar muy bien las citas. Y, dentro de esa revisión, es muy conveniente fijarse en si hemos escrito correctamente el nombre de las revistas citadas.
Acabo esta entrada indicando el nombre que tienen en Web of Science (WoS) las revistas que colaboran en este blog. WoS las nombra siempre en mayúsculas, y sin tildes ni eñes, pero se pueden escribir también en minúsculas y con esos elementos. Las bases de datos también tienen listados de posibles nombres que los autores pueden usar, pero seguramente esas listas no son exhaustivas, por lo que sigue siendo conveniente tener cuidado.
Nombre de nuestras revistas en Web of Science:
  • BORDON-REVISTA DE PEDAGOGIA
  • EDUCACION XX1
  • ESTUDIOS SOBRE EDUCACION
  • OCNOS-REVISTA DE ESTUDIOS SOBRE LA LECTURA
  • PROFESORADO-REVISTA DE CURRICULUM Y FORMACION DE PROFESORADO
  • RELIEVE-REVISTA ELECTRONICA DE INVESTIGACION Y EVALUACION EDUCATIVA
  • REVISTA COMPLUTENSE DE EDUCACION
  • REVISTA ESPANOLA DE PEDAGOGIA
  • RIE-REVISTA DE INVESTIGACION EDUCATIVA
  • RIED-REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACION A DISTANCIA
 Cómo citar esta entrada:
Osorio, A. (2017). La importancia de citar correctamente… 2.0. Aula Magna 2.0. [Blog].Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/3048

jueves, 7 de septiembre de 2017

Calificaciones TP #4


TP #1
TP #2
TP #3
TP #4
Abordaje de cuadros bivariados y multivariados
Paula Alfaro
10 diez
10 diez
7 siete
La unidad de análisis son los egresados de secundaria técnica… entre dos períodos de tiempo.
Lo demás está muy bien
Calificación 9 (nueve)
Nain González
10 diez
10 diez
7 siete
Excelente trabajo
Calificación: 10 diez
Eugenia Nicosia
10 diez
10 diez
8 ocho
El trabajo está muy bien
La variable de control es una variable interviniente en la relación hipotética independiente-dependiente el investigador/a considera o no para confirmar o refutar la hipótesis

Calificación: 9 (nueve)
Liliana Staldeker
N/E
N/E
N/E
No entregó
Viviana Pollet
N/E
5 cinco
N/E
No entregó
Ailén Villalba
10 diez
7 siete
9 nueve
La variable de control, además, es una variable que está oculta en la realción hipotética propuesta y que el/la investigadro/a la vigila o considera para medir comó influye en la relación de la hipótesis
Falta el análisis de cómo influye la variable de control sexo y cantidad de habitantes en la terminalidad
Lo demás está bien

Calificación: 9 nueve
Mónica Rosenstein
10 diez
7 siete
8 ocho
Terminalidad es la variable
La unidad de análisis revisar
Falta si la unidad de análisis es individual o colectiva
Sobre las variables está bien
Reelaboración del cuadro: lo que interesa de la hipótesis es la terminalidad, es decir cuántas materias le quedaron colgadas al egresar y no pudo recibirse con la variable condición de actividad económica. Rehacer cuadro.
Variables de control bien definidas
La variable de control es una variable que está oculta en la relación de la hipótesis y que el/la investigadora considera para ver su influencia en dicha relación.
Revisá la influencia de la variables de control. Hay que comparar los números de estudiantes de los cuadros.
Fijate que el la conclusión de la parte 2 te desdecís… entonces las variables de control influyen o no?
La situación socioeconómica bien analizada

Calificación: 7 siete
Rocío Galazi
10 diez
5 cinco
7 siete
1.a.)La terminalidad es una variable y no va incluida en la unidad de análisis
1.a)Sin la terminalidad la UA está bien
1.a)La unidad de análisis es dónde voy a buscar el dato en la realidad de mi universo: ¿dónde buscan el dato descrito en la introducción?
1.a) Revisá el concepto de UA colectivo, teniendo en cuenta la técnica de recolección de datos que usan.
1.b) falta una variable citar y calificar
1.c) no está el cuadro reelaborado y falta corroborar o refutar la hipótesis original
2.a) Variables de control correcto
2.b)Las variable de control no influyen por ser de mayor o menor envergadura sino en la influencia que tienen en la relación variable dependiente e independiente de la relación original
2. b) ¿Cómo influye el sexo en la hipótesis original? Falta fundamentar con datos del cuadro
3.a) El análisis de la situación socioeconómica está bien
Buen propuesta de otra variable de control

Calificación: 4 (cuatro)