jueves, 17 de diciembre de 2015

Ikerkuntza feministarako epistemologiari eta metodologiari buruzko gogoetak

Ikerkuntza feministarako epistemologiari eta metodologiari buruzko gogoetak

Barbara Bigliak, gizarte esku-hartzea eta eraldaketa bilatzen duen ikerkuntza feministaren epistemologia eta metologiaren arloan digresioa aurkezten du. Bertan, ezagutzaren produkziora hurbilpen kritiko feminista izan daitekeena, dena eta izatea gustuko genukeenaren arteko eztabaidak gurutzatzen dira. Eztabaida horiek adibideekin gorpuztea da saiakera, eta modu horretan hausnarketa teorikoak “lurreratzea”. Artikulua zientziari egiten zaizkion kritika feminista nagusienak aurkezten hasten da. Horrekin batera, egileak berebiziko garrantzia egotzi egiten dio egun ezagutzeko erak birpentsatzeari, eta ez hainbeste ikerlarien identitate generizatuaz ohartzeari. Jarraian, gure ikerketetan proposamen epistemologiko feministak praktikara eramateko aurkitzen ditugun zenbait erronka azaltzen dira, proposamen horietako batzuren “sukaldea” irekiz eztabaidak abstrakzioan gera ez daitezen. Artikulua, hausnartzen jarraitzeko kezka eta proposamen zerrenda labur batekin amaitzen da.
Bigarren artikuluan, Ochy Curielek metodologia kritiko feministen erainkuntzan feminismo dekolonialaren ekarpenak aurkezten ditu. Horrela, feminismo hegemonikoaren boterearen, jakitearen eta izatearen kolonialitatea erreproduzitu egiten dituzten postulatu teoriko, epistemologiko, metodologiko eta etikoei buruz hausnartu dezagun gonbidapena luzatzen digu. Postkolonitatea eta dekolonitatearen arteko desberdintasuna argitu ondoren, egileak feminismo postkolonial eta dekolonialtzat ulertzen duena karakterizatzen du, zalantzan jarriz ikerketa feministetan ikuspegia, erreflexibitatea, subjektu objektu harremana eta intersekzionalitatea. Baita ere, egileak ezagutzaren produkzioan botere logikak erreproduzitzen dituztenen eta arraza, klase, sexualitate eta geopolitikak zeharkatuak diren adierazpen lekuak eta posizionamenduak eztabaidatzen ditu.
Hirugarren artikuluan, Mari Luz Estebanek euskal feminismoan ematen diren ezagutza zirkuituak aztertzen ditu, alegia, eremu ezberdinen artean jakitea produzitzeko eta zirkulatzeko eman diren modu nagusiak eta horien eraldaketak azken hamarkadatan. Horretarako, egileak Euskal Herriko feminismoaren bereizgarri batzuk kontuan hartzen ditu, baita unibertsitate kultura hegemonikoa eta bizi garen testuinguru sozial eta politikoa ere. Artikuluan zirkuitu horiek bere zabaltasun eta konplexutasun osoan ikustarazteko beharra argudiatzen da, eta horrekin batera ingurune desberdinen arteko harremanak hobeto sistematizatzearena. Zehazki, egileak aztertzen dituen feministen arteko elkarguneak unibertsitateko ikasgela eta emakumeen etxea (jabekuntza eskola) dira.

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Artículos

Biglia Barbara, Ocho Curiel, Mari Luz Esteban


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Entrevista a Hugo Scolnik, matemático especialista en criptografía


Las lógicas de la tecnología

Internet y sus servicios están lejos de ser transparentes, señala el criptógrafo, quien advierte sobre la importancia de incorporar “hábitos de seguridad informática” y procurar la “independencia tecnológica” para evitar riesgos.

Por Ignacio Jawtuschenko
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Scolnik señala que, actualmente, los ataques militares más efectivos son los informáticos.
Hugo Scolnik, matemático, doctorado en la Universidad de Zurich, fundador del departamento de Computación de Ciencias Exactas de la UBA en 1984, investigador rara avis que además ha creado empresas, es referente en el campo de la criptografía: la disciplina que se encarga de la seguridad informática, la privacidad en el ciberespacio y las comunicaciones. Scolnik docente de una larga trayectoria como formador de jóvenes investigadores, advierte sobre la importancia de incorporar “hábitos de seguridad informática” y apuntar a una “independencia tecnológica”
–¿Cómo nació su interés por la criptografía?–La criptografía es parte de la matemática. En la facultad tuve como profesor a Roque Carranza, él me dio el primer libro de criptografía que por entonces se publicaba, y despertó mi interés. Me interesan las historias de espionaje, me dediqué a estudiar lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, me apasiona desde el punto de vista matemático, como desafío computacional y aplicarlo en la vida real.
–Hay quienes dicen que efectuar un ciberataque es más efectivo y económico que hacer un ataque militar convencional. ¿Es así?–Es cierto, porque se puede atacar un país y ponerlo knock out en la infraestructura industrial, energética, transporte, las comunicaciones, y se puede hacer de lejos, sin riesgo, sin poner el cuerpo, como en un ataque militar convencional, y es mucho más barato.
–¿Y eso se puede hacer con un único movimiento?–Depende de la infraestructura del país. Cuando atacaron las centrifugadoras de uranio de los iraníes lo hicieron por un virus, no fueron a bombardear ni nada por el estilo, simplemente dejaron un pen drive en una playa de estacionamiento y salió un empleado de la compañía y dijo “uh, se le cayó a alguien, qué lindo, es de 32 gigas, vamos a usarlo”, y ahí estaba el virus, punto. No necesitaron mucho más que eso. Por ejemplo, en la guerra del Golfo, los norteamericanos habían detectado que Irak quería comprar equipamiento informático, impresoras más que nada, entonces pusieron en el mercado europeo una oferta de impresoras baratas y todas tenían un chip que directamente transmitían información. Trampas de ésas hay a montones y son infinitamente más baratas que un ataque militar convencional.
–Si tuviera que sacar una foto de la Argentina, ¿es un país seguro en términos informáticos?–Somos tan inseguros como el resto de los países, hoy en día la tecnología está uniformemente distribuida, las empresas multinacionales venden en Nueva York y en Buenos Aires. Lo que pasa es que somos víctimas de las maniobras de espionaje que están incluidas en toda clase de aparatos y software que nos venden. En la medida en que no tengas independencia tecnológica, o no usás productos hechos y auditados en forma nacional, te espían todo. Tenés que partir del hecho de que todo lo que hagas en Internet va a ser leído, espiado, capturado y descifrado. Eso hay evidencia en los productos de software, de hardware. Hay fotos, los routers de comunicaciones que todo el mundo compra, que tienen los bancos, hay fotos que muestran que la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana, pone chips adentro para capturar todo el tráfico. Hay que ser conscientes de eso.
–¿Y falta conciencia de esto?–Hay cosas que no se pueden decir. Hay muchos intereses, por eso hay falta de conocimiento. Intereses de los que venden para que no se hable y para que compren. Lo he visto, lo he palpado, hemos interceptado comunicaciones, sabemos quiénes, cuándo, dónde.
–En un punto matemática, seguridad informática e intereses económicos convergen.–Todo el mundo se ha enamorado de la Internet invisible, de la Internet oscura. Lo que se propagó es una Internet que no es a la que se accede con Google. El sistema más difundido para navegar así es Tor, un sistema para que puedas mandar mails, disimulando tu dirección IP, que no se vea, poder navegar en forma invisible y acceder a muchos lugares; hay desde narcotraficantes hasta científicos en la Internet oscura. Y ahora se descubrió que el principal servidor de Tor está en Chicago y lo maneja ¿quien? La NSA.
¿Cuál es el rol del estado en este campo de la seguridad informática?Creo que como en tantas otras áreas lo que nos faltan son políticas de estado continuas, que sean independientes del poder político de turno. Esto no es para tomarlo en chiste. Se necesitan sitios de ciberdefensa, no puede ser que cada vez que uno construye algo en el Estado, se van todos los técnicos porque no les pagan, o porque cambia la conducción política. Hay que consensuar, hay ciertas cosas que son prioritarias para la Argentina, hay que cuidar, hacer un acuerdo los partidos políticos porque esto tiene que tener una estructura y una continuidad. Una vez que consensuamos eso, podemos empezar a escalar posiciones. Yo estudié en Suiza, viví bastante y conocí la sociedad suiza por dentro, vos veías la continuidad de las políticas. Son sociedades muy homogéneas, con baja conflictividad, hay mucho respeto por la eficiencia de un funcionario, le exigen honestidad, si se hace bien nadie lo toca, entonces hay una continuidad se ve en todo el país.
Y en ciberdefensa, ¿cuáles son los principales puntos a tener en cuenta?En general lo que se ve son debilidades terribles en los sistemas, se ve en empresas privadas y en el Estado. Somos muy vulnerables. Hay que tener un control de todas las redes importantes del Estado, Aduana, comunicaciones de Presidencia, Ministerio del Interior, Fuerzas Armadas, Afip, Anses, e infraestructura industrial.
Hay información que no puede enviarse en cualquier mail.Por supuesto, y no debe ser permeable a ataques externos, que se infiltran en las redes. Y para ello hacen falta una cantidad de especialistas que vayan acumulando conocimiento, compartan el conocimiento, que protejan esos activos importantes de la Nación y para eso hay que armar una estructura muy profesional y lo que insisto darle continuidad, que la hemos perdido mil veces. Porque si no, somos un colador.
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lunes, 7 de diciembre de 2015

Semana Internacional del Acceso Abierto al conocimiento científico

SE REVITALIZA LA POSICIÓN DEL ACCESO ABIERTO PARA LA INVESTIGACIÓN

Acceso abierto en una jornada técnica del CAICYT


Buenos Aires. El jueves 22 de octubre se realizó la Jornada de "Acceso abierto: investigar, publicar y compartir" en las instalaciones del Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT) en Saavedra 15 de esta ciudad con la presencia de nutrido público y su retransmisión a 17 nodos a través de todo el país.

Este es el octavo año que se celebra la Semana Internacional del Acceso Abierto al conocimiento científico. El lema propuesto en esta oportunidad por la Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition (SPARC) fue “Colaboración abierta”. Se buscó subrayar la importancia de la colaboración entre colegas como punto de partida para inspirar y hacer avanzar en el movimiento del acceso abierto. Ejemplo de esto son las iniciativas como Latindex, SciELO, Redalyc, LaReferencia, por destacar algunas. El tema también pone énfasis en las formas en que el acceso abierto permite nuevas vías para la colaboración entre investigadores y cualquier colaborador potencial, en cualquier momento y lugar.

El programa de la reunión trató los siguientes temas: ¿Qué implica la Ley de acceso abierto?: derechos y obligaciones para las instituciones e investigadores, a cargo de Silvia Nakano y Paola Azrilevich; ¿Dónde me conviene publicar mi artículo científico? por Alicia Aparicio; ¿Cómo darle visibilidad a mi producción científica? por Carolina De Volder, y ¿Cuáles son los actuales desafíos de la ciencia abierta? por Fernando Ariel López.

Las videograbaciones de las conferencias están disponibles en internet.
[Fuente: Carlos Authier]

martes, 24 de noviembre de 2015

Notas parciales y finales

Estudiantes
Correcciones
Nota Final
Laura Ávila
1. no se especifican las opiniones de la autora como obstáculos epistemológicos. Hay errores de ortografía inaceptables a esta altura de la carrera.
2. hay presencia de respuestas sobre validación y la pregunta es sobre vigilancia epistemológica. No se explican los instrumentos de apoyo ni qué reflexión metodológica realiza.
3. Falta explicar la entrevista en profundidad hacia el experto en semiología
4. Monumento bien explicado
5. Falta trabajar articulación entre el caso y la teoría. Bien la explicación de la primacía de la letra sobre la imagen en el ámbito académico.
General: la cita de fuentes bibliográficas es incorrecta no sigue ningún citerio ni norma, también inaceptable para esta altura de la carrera
7 siete
Antonella Saez
1. muy bien la articulación entre teoría y análisis de caso
2. No se explican ni los instrumentos ni que reflexión metodológica realiza como vigilancia
3. correcto el análisis de validación
4. las fotos no representan las imágenes de las paredes. No hay una explicación de por qué se toman las fotos como monumento.
5. Bien el análisis microfísico del poder.
Muy bien el uso del sistema APA de cita bibliográfica.
Todo trabajo debe tener numeración de páginas.
9 nueve
Mariano Urquiza
1. no se explican cuáles fueron los obstáculos que debió sortear la investigadora. Cita a Bachelard pero hay una incapacidad de encontrar el marco teórico en el caso analizado
2. Bien explicado el tema vigilancia
3. Correcto las marcos teóricos de validación
4. Muy bien análisis del monumento
5. No está claramente explicado las prácticas de poder y el uso de imágenes en la paredes de la escuela
Todo trabajo debe llevar la bibliografía trabajada, aclaración que no se debería hacer a esta altura de la carrera.
9 nueve
Yolanda Vargas
1. no se deja en claro opiniones respecto a qué son consideradas obstáculos epistemológicos.
2. Correcto la respuesta sobre vigilancia epistemológica
3. Errores de ortografía inaceptables a esta altura de la carrera. El uso semiológico de la fotografía es lo que valida su investigación tomándolo como monumento.
4. No explica cómo y por qué se toma a la imagen como monumento. No hay una articulación clara entre teoría y análisis de caso.
5. Discreto análisis de la microfísica del poder a través de las imágenes en las paredes.
Todo trabajo debe llevar la bibliografía trabajada y paginación, aclaración que no se debería hacer a esta altura de la carrera.
Se demuestra la poca importancia vertida en este trabajo que hay anexado una hoja de otro trabajo sobre residuos y basura. Espero que no sea un mensaje hacia el espacio pues no es la forma correcta.
7 siete
Daniela Jolibois
Excelente. Felicitaciones!!! Digno de una cientista de la educación
10 diez
Natalia Henrández
1. Cuidado que definir el objeto de estudio es parte del método científico y no es saltar opiniones previas como obstáculos.
2 y 3 correctas las articulación entre teoría y análisis de caso
4. tomar al objeto de estudio como monumento no pertenece al método genealógico donde se realiza una seriación del mismo
5. Muy bien el análisis de microfísica del poder a través de la imagen utilizada en la escolaridad.
10 diez

viernes, 20 de noviembre de 2015

EL INVESTIGADOR RICARDO VILLALBA, DE CIENTIFICOS Y UNIVERSITARIOS AUTOCONVOCADOS, ANTE EL BALLOTTAGE


“Nos preocupa el futuro de la ciencia”

Parte de un equipo distinguido con el Nobel de la Paz por su trabajo sobre cambio climático, Villalba destaca las políticas para la ciencia vigentes y revela la falta de definiciones de Macri.

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Desde la cordillera mendocina, el investigador del Conicet Ricardo Villalba estudia el cambio climático y produce avances que valora el mundo entero: el trabajo que realizó dentro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático le valió el Premio Nobel de la Paz. En los últimos años vivió con entusiasmo el “rejuvenecimiento” de la planta de investigadores del Conicet, el incremento del diálogo entre la comunidad científica y “los tomadores de decisiones” y la adquisición de maquinaria de punta y su instalación en el interior del país. Por eso, de cara al ballottage, decidió sumarse a la iniciativa nacional Científicos y Universitarios Autoconvocados para hacer explícito su apoyo a la fórmula que encabeza Daniel Scioli y su preocupación por la “falta de definiciones” para el sistema universitario y científico del candidato de Cambiemos, Mauricio Macri. “Los científicos tenemos mucho para dar para la calidad de vida de nuestro país y está en nosotros no volver atrás”, dijo en diálogo con Página/12.
“Lo que nos motiva es una sensación de preocupación sobre el futuro de la ciencia en Argentina. En particular, reconocemos que durante los últimos diez, doce años, ha habido cambios muy importantes y es claro que esta política de favorecer el sistema científico en Argentina ha sido muy productiva”, dijo Villalba. Entre las políticas que destacó incluyó la “incorporación año tras año de una cantidad creciente de investigadores al Conicet –que pasaron de tres mil en 2003 a más de 10 mil– y su programa de becas”, que ha permitido aumentar y “rejuvenecer” el plantel de trabajo. “Antes éramos una estructura vieja y ahora la situación ha cambiado notablemente. Si uno tiene la oportunidad de recorrer las instituciones del Conicet, va a ver gran cantidad de gente joven, lo que habla de un futuro muy promisorio de la ciencia en Argentina.”
Villalba, que es ingeniero forestal graduado de la Universidad Nacional de La Plata, doctor en Geografía por la universidad estadounidense de Colorado y posdoctor en Geociencias por la Universidad de Columbia, celebró la “apertura de la estructura política a la comunidad científica”. Como ejemplo, recordó que ese contacto permitió sancionar en 2010 la ley de protección de glaciares, proceso en el que valoró el rol del entonces senador Daniel Filmus. “La posibilidad de que Filmus sea el conductor del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Scioli y que continúe el diálogo entre la ciencia y los tomadores de decisiones es algo que nos alienta a seguir trabajando en la búsqueda de solución a los problemas del país.”
De esta última década transcurrida, el investigador también valoró el apoyo recibido por parte del Estado para la compra de grandes equipamientos y destacó especialmente la adquisición de “un espectrómetro para estudios isotópicos” que, en plan de “federalizar” el trabajo científico, será ubicado en la ciudad mendocina de San Rafael.
El investigador insistió en su preocupación y la de sus colegas por la interrupción de políticas públicas de ese tipo y por la “falta de definiciones claras” para el campo de la ciencia del candidato de Cambiemos. “Si bien Macri ha dicho que se va a respetar la ciencia –dijo–, todavía no sabemos quiénes son sus referentes y no hay compromisos ni una definición clara de cuál va a ser el futuro, como sí hay por parte de la otra línea. Scioli dijo que llevará el presupuesto del sistema científico al 1 por ciento de PBI nacional y ha asumido compromisos que hacen al refortalecimiento y la importancia de la ciencia.”
El eje del trabajo de Villalba es el cambio climático y su impacto en la Cordillera de los Andes, a partir de dos líneas de investigación: una centrada en los recursos hídricos y otra en los bosques patagónicos. El investigador fue seleccionado para integrar el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), dependiente de la ONU, y fue en ese marco que en 2007 recibió, junto a todo el equipo, el Nobel de la Paz. “Es un orgullo que científicos argentinos que venimos desarrollando nuestra tarea en nuestro país; trabajando en nuestra cordillera, observando nuestros problemas ambientales y climáticos, seamos convocado a formar parte de instituciones tan prestigiosas –agregó–. Esto evidencia que aquí se produce ciencia de excelencia y está en todos los científicos no volver atrás.”
Informe: Delfina Torres Cabreros.
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martes, 17 de noviembre de 2015

Diálogo con Adriana Feld, autora de Ciencia y política(s) en la Argentina


El Estado como promotor de la ciencia

Feld analiza el proceso de institucionalización del sistema científico desde 1943 y destaca el rol que cumplieron las políticas públicas. También recorre los cambios en la valoración de las ciencias y en la forma en que se concibe al científico.

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“A fines de los 60, la ciencia se vuelve más claramente objeto de estudio de las ciencias sociales.”
En el libro Ciencia y política(s) en la Argentina –recién publicado por la Universidad Nacional de Quilmes–, la historiadora Adriana Feld recorre las políticas de ciencia y tecnología que signaron la producción nacional durante un período de 40 años, entre 1943-1983, en el que se sucedieron gobiernos democráticos y dictaduras sangrientas, proyectos nacionales y miradas internacionalistas. Feld escogió ese lapso para anticiparse brevemente a las iniciativas del primer peronismo, momento en el que se crearon instituciones emblemáticas del área, y culminar con la recuperación democrática del 83, año en que identificó el cierre de una etapa de “institucionalización” y el viraje de la discusión hacia nuevos horizontes. A lo largo del libro aparecen, en compleja interrelación, actores, aspiraciones y paradigmas diversos que, dejando de lado la idea que postula a la ciencia como un esfera neutral, la exhiben como un campo más donde lo que pregna es la disputa.

–¿La política científica del peronismo coincide con las versiones historiográficas más difundidas respecto a ese período?

–Me parece que en la historiografía no hay una clara definición del perfil de las políticas de ciencia y tecnología durante este período porque los trabajos que lo abordan son relativamente recientes y porque, si bien en estos años la política de ciencia y tecnología se plantea como una política explícita y se crean algunos organismos, es muy difícil ver cuestiones como los patrones de inversión en ciencia y tecnología o cómo se orientó la política en este área. Ahora, lo que uno tiene son algunas innovaciones institucionales y un énfasis retórico en algunas cuestiones. En la revista Mundo Atómico uno puede ver un discurso en donde la ciencia aparece como subsidiaria del desarrollo económico, fundamentalmente del desarrollo industrial y del desarrollo de algunos sectores estratégicos de interés militar y también, en algunos casos, como una forma de afirmación de la soberanía sobre el territorio. Una segunda cuestión que uno encuentra es un mayor énfasis sobre la necesidad de crear o fortalecer organismos de investigación insertos en estructuras ministeriales por sobre las universidades.

–Usted señala dos “culturas políticas” en torno de la política científico tecnológica: la burocráctico-estratégica y la académica. ¿Qué características tienen?

–En esos años hay una tensión entre la retórica oficial y la retórica de la elite científica argentina. No es una tensión propia de la Argentina, pero adquiere cierta virulencia en el marco de las tensiones políticas y socioculturales del peronismo. Digamos que si el discurso de Perón era muy nacionalista y señalaba la necesidad de planificar la actividad científica y que hubiera comités o consejos para las políticas científicas, el discurso de la elite académica era fuertemente internacionalista. Uno también encuentra en el discurso de la comunidad científica, que analicé a través de revistas como Ciencia e Investigación, cierta exaltación de la autonomía y de la libertad de investigación y cierta concurrencia a un discurso que después nosotros llamamos un discurso lineal, vinculado con el modelo de investigación lineal: que fomentando la ciencia básica se pueden obtener beneficios socioeconómicos de un modo casi automático, sin intermediación de otros tipos de instrumentos institucionales.

–¿Por qué el período 1955-1966 suele ser conceptualizado como los “años dorados” de la ciencia y la universidad nacionales?

–Es un modo de interpretar este período que tiene cierta coherencia con un proceso de creación o refundación de instituciones de ciencia y tecnología como el INTI, el INTA... Se crea el Conicet sobre la base administrativa del consejo que había creado Perón. Se produce también un proceso de cambio de formación en las universidades, con la creación de cargos exclusivos. Se crean laboratorios de investigación, nuevas carreras y la idea de asociar docencia con investigación. Eso coincide además con lo que se consideran los años dorados de la asistencia técnica internacional, con una gran afluencia de recursos de organizaciones norteamericanas. Se empiezan a establecer instrumentos para la formación de nuevos investigadores y criterios para evaluar la calidad de las producciones o para otorgar becas o subsidios. También intervienen otros factores. Por un lado, la marca del discurso de los protagonistas de la época, caracterizado por un espíritu refundacional y, por otro lado, hay una valorización de este período en función de lo que pasó después: lo más emblemático fue La noche de los bastones largos, que destruyó experiencias muy interesantes.

–¿Cómo fueron cambiando, durante el período analizado, las concepciones en torno de la figura del investigador?

–Yo analizo algunos editoriales de la revista Ciencia e Investigación de los años 60 y veo que si para los años 40, 50 la imagen del investigador aparece como una especie de sabio abnegado, como una figura excepcional, cuyas características principales son la objetividad, la capacidad crítica, el desinterés económico –la actividad científica como una especie de sacerdocio–, en las editoriales de esta revista ya aparece con rasgos más parecidos al hombre común, con sus pasiones, marchas y contramarchas.

–¿De qué se trata el cambio en la representación y valoración de la ciencia que ubica entre fines de los 60 y principios de los 70?

–Ahí analizo la emergencia de lo que hoy se conoce como el pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología y desarrollo. Sin perder de vista el panorama regional, trato de mirar la foto un poco más amplia y ver qué pasa en el mundo. Lo que sucede a fines de los ‘60 es que la ciencia y la tecnología se vuelven más claramente objeto de estudio en las ciencias sociales. Se empieza a cuestionar que la relación entre ciencia, tecnología y desarrollo no es tan lineal y que la investigación científica de excelencia que había tenido logros importantes en Argentina no es suficiente para lograr el desarrollo.

–¿Qué impacto tuvo en el sistema científico tecnológico la dictadura del 76?

–Este período está atravesado por interpretaciones vinculadas con dos rasgos salientes: con las políticas económicas liberales y con las represivas: con la violación de los derechos humanos. Este segundo aspecto yo no lo abordé porque es algo que me parece que se expresó de igual modo en todos los ámbitos: no sé si en el ámbito científico hay algo tan específico. Pero efectivamente hubo despidos, exilios, desapariciones y me parece más interesante mostrar cómo eso interrumpió ciertas trayectorias y líneas de investigación. Uno puede ver, por ejemplo, cómo la política de investigación y extensión del INTA viró hacia problemas de interés para las grandes corporaciones terratenientes en detrimento de otras líneas de investigación que se venían pensando a principios de los 70 y hacían hincapié en las economías regionales.

–¿Se puede concluir que en Argentina el motor de la ciencia estuvo centrado en el Estado y no en el sector privado? ¿Es una particularidad de nuestro país?

–Sí, a lo primero y no a lo segundo. Me parece que muchos países en la región tienen situaciones similares, aunque no es la tendencia mundial. En el caso de Argentina y de otros países de América latina hay una cultura que es muy débil en términos de demandas específicas y el Estado vino a suplir esa falencia.
Entrevista: Delfina Torres Cabreros.
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lunes, 16 de noviembre de 2015

REDcientífica N°68 - Ciencia, Tecnología y Pensamiento

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    Boletín REDcientífica nº 68

 Ciencia, Tecnología y Pensamiento

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FUTURO SINGULAR: EL NUEVO PARADIGMA DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES
Noticias REDcientífica

El próximo jueves 19 de noviembre de 2015 se celebrará en La Casa de América (Madrid, España) el evento "Futuro Singular: el nuevo paradigma de las organizaciones sociales", con la participación de destacadas personalidades del campo de la inteligencia artificial, la telemedicina, la genética molecular, la ingeniería biomédica y la neurociencia.

[sigue en: 
http://www.redcientifica.org/futuro_singular_el_nuevo_paradigma_de_las_organizaciones_sociales.php ]

Más información e inscripciones: 
http://www.vivelibre.es/futurosingular/
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INTROSPECCIÓN Y EXTROSPECCIÓN
Alejandro Álvarez Silva

El campo de la vida interna será el del próximo futuro, y su verdadero desarrollo también vendrá de manos de la ciencia, pero de una ciencia dotada de distintos medios y métodos a los actuales, adornada de una mayor exquisitez y pureza lógica-matemática.

[sigue en: 
http://www.redcientifica.org/introspeccion_y_extrospeccion.php ]
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¿QUIÉN CONTROLA EL FUTURO?
José Pérez Plano

Es verdad que Lanier tiene una pinta que posiblemente te cambiaras de acera si lo ves de noche, pero su mente está abierta a tratar diferentes campos y analizar con acierto sus interconexiones.

[sigue en: 
http://www.redcientifica.org/quien_controla_el_futuro.php ]
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LA INVENCIÓN DEL TÉRMINO CONSIDERAL
Manuel de la Herrán Gascón

Yo soy un "consideral". Si tu también lo eres, esto no quiere decir que tu y yo tengamos las mismas reglas acerca de cómo debemos comportarnos con los animales no humanos. Tampoco indica que cumplamos esas reglas que nos hemos puesto a nosotros mismos. Sólo indica que en nuestro conjunto de reglas, los animales sintientes no humanos deben aparecer.

[sigue en: 
http://www.redfilosofica.org/por_que_no_me_gusta_el_termino_vegano.php ]
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EL REINO DE LA OTREDAD
Jorge Alberto Dostal

Ninguna forma existe aisladamente, sino solo en relación con las demás, así un objeto sólo puede distinguirse en relación con el espacio que lo rodea, ya que este demarca sus límites, estableciendo la forma que le es propia.

[sigue en: 
http://www.redcientifica.org/el_reino_de_la_otredad.php ]
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¿Cómo publicar en REDcientífica?
http://www.redcientifica.org/condiciones_de_publicacion_en_redcientifica.php

Para proponer la inclusión de un trabajo en REDcientífica, no necesita contactar con nosotros. El registro es libre. Simplemente, regístrese, cree su documento en borrador y pulse "publicar" cuando esté terminado. El equipo editor lo recibirá y evaluará su posible publicación.

martes, 10 de noviembre de 2015

La gran transformación

Por Florencia Saintout *

La semana pasada circuló la foto de un cartel que el químico y becado del Conicet Pablo García pegó en la puerta de su departamento contando a los vecinos lo que sucedería con su trabajo en caso de que triunfe Mauricio Macri: empezaría a lavar platos. Más allá del folklore, el científico nos advierte de la confrontación que se juega en uno de los ámbitos más importantes para el desarrollo de la Nación.
En sus intervenciones públicas la Presidenta involucra a la ciencia y a las universidades. Convoca y nombra a científicos, a intelectuales. Esas referencias al campo académico remiten a uno de sus períodos de mayor vitalidad –si no el mayor– desde su conformación en nuestro país. Si podemos dar cuenta de un primer momento fundacional con la Reforma del 18, y otro momento revolucionario con la decisión de la gratuidad universitaria en el 49, este tiempo bien podría ser nombrado como el de la Gran Transformación.
Esa Gran Transformación se encuentra en la vitalidad de un sistema que puede entenderse desde la materialidad de sus logros, pero también en la proliferación de ideas, interrogantes, epistemologías y modos de hacer. Es decir, la vitalidad de personas y formas de ver el mundo. Del renacimiento de un sentido, un afán: hacer ciencia con un para qué, con un con quiénes. Incluso contra quiénes. Pero hay que saber que estas preguntas sólo son posibles si hay alguna cosa llamada ciencia. Y no solamente se ha construido esa posibilidad sino que se ha efectivizado dentro de una plataforma de los derechos. Arsat es un claro ejemplo de la efectivización de la ciencia en una nación. Cuando en 2004 Néstor Kirchner lanzó el plan de radarización, lejos de estar pensando en resultados meramente inmediatos, cortoplacistas, estaba planificando el desarrollo de la Argentina. Por eso es necesario insistir en que los resultados que se tuvieron estos años no son mérito exclusivo de los científicos y los técnicos, como se pretende mostrar en los medios masivos de comunicación. Son decisiones políticas. Los países industrializados tuvieron –y tienen– políticas que van en esa dirección.
Este tiempo de vitalidad se opone a otro que ha sido nefasto. En 1976 la dictadura cívico-militar instaló un camino de horror en el que docentes y científicos fueron perseguidos, algunos debieron exiliarse y otros, como Jorge Bonafini, físico e hijo de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, permanecen desaparecidos. Diez años antes, durante el gobierno de facto de Onganía, la Policía Federal desalojaba a los palazos cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de intervenirlas y suprimir su régimen de gobierno. Y veinte años después, un ministro de Economía mandaba a lavar los platos a una socióloga que lo inquirió sobre el aumento del desempleo. Aquel era el proyecto del saqueo que polarizó y fragmentó el sistema educativo y científico en la Argentina.
Hasta hace muy poco volver a construir la idea misma de sistema aparecía como quimera. Hoy, los documentos y manifestaciones públicas de agrupaciones de becarios o de consejos en las universidades apoyando lo realizado dan cuenta de la inmensidad de lo hecho en un territorio donde la autonomía y la neutralidad funcionaron muchas veces como coartada para huir de la política. (Y este es un capítulo imprescindible que debemos tomar de modo crítico hacia adelante, ya que no hemos tenido grandes debates al respecto, más allá de los gestos defensivos o culpabilizadores.)
- ¿Para qué la ciencia? La posibilidad de la llegada de Mauricio Macri y el PRO al gobierno nacional actualiza dramáticamente el interrogante ¿ciencia para qué? Ya se hicieron públicos algunos lineamientos, en una entrevista que el director de Ciencia y Técnica de la Ciudad de Buenos Aries concedió a la agencia de noticias de la Universidad Nacional de San Martín: “¿Publicaste en Science? Tenés 30 por ciento más de salario. ¿No publicaste en Science? Mala suerte, es la vida. El que publicó ahí me muestra que es mejor que los otros.”
El macrismo desconoce que los problemas humanos tienen escalas locales, y lo que es bueno, útil o relevante para los evaluadores de Science puede no serlo para el pueblo argentino. Además, la política científica de una patria soberana no debería ser cuestión de suerte. Pero sobre todo, no nos podemos permitir caer en la subordinación mental que pretende que en nuestro país no es posible fabricar cosas importantes. ¿Por qué creen los dirigentes del PRO que es más importante publicar en revistas internacionales que aportar al campo de investigación nacional? Porque claramente están pensando en una ciencia que administren los países imperialistas; porque no creen en la ciencia como una vía para la emancipación (por no prejuzgar que están pensando en eliminar todas aquellas ideas emancipadoras).
Mauricio Macri también se pregunta “¿qué es esto de universidades por todos lados?”. Y luego reduce la cuestión a una variable mezquina y miope: “obviamente, son más cargos para nombrar”. Las universidades no son sólo los cargos que las componen. Son muchas las respuestas en torno de qué son, pero en una de ellas está alojada la idea de universidades para el futuro de cada uno de los que habitan nuestro suelo.
Por el contrario, cuando asumió, Néstor Kirchner convocó a un grupo de científicos respetados por sus pares para saber “qué les duele y dónde les duele”, al tiempo que aumentaba en un 50 por ciento los salarios del Conicet. Dos modelos: ministros de gobiernos que mandan a lavar los platos; presidentes preocupados por el dolor de sus compatriotas (muchos de ellos refugiados en el exterior).
Hoy tenemos la mayor y mejor estructura educativa y científica de la región, pero menor que la de países con mejor desarrollo que el nuestro. Daniel Scioli ha afirmado claramente su compromiso con un proyecto de desarrollo con ciencia (con innovación para la inclusión, cuestión que es siempre importante aclarar porque se puede no tener innovación, pero además si se la tiene se la puede orientar hacia el saqueo, por ejemplo). También el candidato del FpV ha hecho explícita la propuesta de aumentar del 0,6 al 1 por ciento del PBI el presupuesto científico. Ha dicho que queremos un “hecho en Argentina con un pensado en Argentina”.
- Algunas cifras. Aunque parezca un enlatado, se torna ineludible repetir algunos datos para mostrar las dimensiones de lo acontecido. El sistema universitario triplicó su estructura con la creación de quince nuevas universidades nacionales, donde tiene lugar de trabajo el 80 por ciento de los investigadores de nuestro país, y a las cuales ingresan sectores sociales que nunca antes lo habían hecho. Estas universidades se distribuyen con un claro sentido federal, desde Misiones y Chaco hasta Tierra del Fuego. Un presupuesto equivalente al 1,65 por ciento del PBI permitió que durante los tres gobiernos kirchneristas se construyeran 190 mil metros cuadrados en 123 obras en todo el país, se repatriaron 1200 científicos mediante el Programa Raíces, y que la cantidad de investigadores del Conicet aumentara de 3694 en 2003 a más de 10 mil en la actualidad, con sueldos que se triplicaron en dólares. El sistema científico de nuestro país es el que exhibe la mejor proporción de científicos por cantidad de habitantes de toda la región.
Afirmando este camino se ha dado en los últimos días un gran avance en el Senado (no por Gabriela Michetti, que se retiró antes de votarlo) con la prohibición por ley del ingreso restringido y de cualquier arancelamiento, declarando la educación superior como bien público y derecho humano. Para ello se estableció la responsabilidad “indelegable y principal” del Estado para con las universidades públicas. Y es necesario recordar que desde el 2003 la matrícula de estudiantes universitarios aumentó el 23 por ciento.
Recientemente, el dirigente y ex candidato de Cambiemos Octavio Frigerio cuestionó la gratuidad de la universidad pública argumentando que los “beneficiaros son estrictamente los sectores altos y medios”, porque “los sectores bajos no tienen la posibilidad de terminar su secundario”. Su hijo Rogelio, titular del Banco Ciudad, respaldó la postura de su padre y afirmó que la universidad pública “carece de exigencia y de excelencia”. En respuesta a esto alcanza con ver solamente las cifras de la Facultad de Periodismo de La Plata, en la que se inscribieron 170 estudiantes al Progresar y otros 250 se anotaron en el Plan Nacional de Becas Universitarias del Ministerio de Educación. Es decir, si los aspirantes a la carrera de Periodismo se anotan en los subsidios otorgados por la Nación, es que, indefectiblemente, hay otros sectores sociales que gracias a las políticas propuestas por el Estado acceden a los estudios superiores.
En el ballottage se ponen en juego años de lucha por un sistema de educación pública, el mismo que supo resistir a la noche neoliberal impidiendo el arancelamiento. Nuestro pueblo no necesita a la ciencia resistiendo para no desaparecer: necesita a sus intelectuales y científicos trabajando para ampliar derechos, para hacer juntos un país más igual, para construir la justicia social. Para hacer ciencia y educación con soberanía.
* Decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata.
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sábado, 7 de noviembre de 2015

Ethnography Labs: Unpacking Ethnographic Narrative

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My first experience teaching an ethnographic text to a classroom full of students was rocky. My attempts to draw them out into making connections between the ethnographic materials and our big course questions were met with silence. I, panicked, asked ever more concrete questions about the text, while the silence slowly turned stony until a chatty student desperately regurgitated some ethnographic examples. I’d been told that ethnography was the “easier” genre of anthropological texts to teach, and that it was “theory” that was dense and hard. My experience has been the opposite. Social theory, while dense and difficult, makes itself clear as an argument. Good ethnographic prose erases its footprints.
Experiences like this one led me to rethink how to teach ethnography to a broad undergraduate audience, to students who are unlikely to become anthropologists when they grow up but with whom I want to share something of the unique reasoning that connects evidence and claim in the realm of anthropological research. My goals were to help students recognize ethnography as a rigorous, empirical, and argumentative method by learning to identify where arguments are in ethnographic texts and to help them see the distinctions between argument and evidence. I wanted them, in other words, to begin to understand that the rigor of socio-cultural anthropology is not just about fieldwork but about writing, that writing supports ethnographic work in a wide range of ways, and that by reflecting on the choices authors make, the shape of their prose, you might begin to take apart and examine their arguments. To do so, I designed a set of assignments and classroom activities that I call “ethnography labs,” to complement an introductory course in psychological anthropology. Here, I explain how these activities work and what (I hope) they accomplish for students. While I designed them to operate in a course on psychological anthropology, they would work just as well in any sub-field where ethnography operates alongside (or on) other models for studying human behavior, such as medical anthropology, the anthropology of development, legal anthropology, or economic anthropology, to name a few. Why call these activities “labs”? I wanted to cue several things to students: These activities were collaborative and experimental, much like their chemistry labs. They were a break from seminar-as-usual, involving a different kind of reading and discussion. It was also a way to distinguish the “reports” that they wrote for these activities from more polished writing assignments.

What do you do with another person’s ethnography?
Although the prose of ethnography is often straightforward and even lovely, easier to read than scientistic studies or dense theoretical texts, students often cannot see the forest for the trees. Many have difficulty making sense of how to intervene critically in ethnographic texts, or how to synthesize them. One consequence of this befuddlement is that students tend to criticize ethnography as “biased” or “too subjective;” another is that it is often challenging for them to engage the texts at all. The content feels like “background” to them, a nice story about another place. Most students have to be taught how to read ethnographic text; conversely, explicitly discussing how to read and interpret ethnography offers students a fantastic introduction to the field, its methods, and the unique reasoning that connects the many kinds of “data” anthropologists work with into coherent argumentative texts.
When socio-cultural anthropologists discuss ethnographic material with each other in the introductions to books and articles, we do not do what makes the most sense to students. We do not critique the evidence (rarely, aside from extreme cases such as Freeman’s work on Mead, do anthropologists openly suggest someone else’s ethnographic evidence is wrong). Nor do we necessarily critique method (it is rare to see a socio-cultural anthropologist suggest that ethnography is ill-suited as a method to answer a particular question). Socio-cultural anthropologists rarely talk explicitly about reliability or validity, concerns that students encounter in the coursework they do in psychology, stats, or other social science courses.
So what do we do, as professional anthropologists, when we discuss ethnography? What we discuss, write about, play around with, are the connections between evidence and claim, connections that are sometimes explicit and other times implied in the structure of ethnographic writing itself. This is something students can do too, and happily, they can do it inductively from the text itself, making ethnographic prose a phenomenal tool for teaching students about academic rhetoric more broadly. But they need to learn how to recognize the subtle decisions that anthropologists make about description, structure, and argument as decisions. I think about these decisions as a kind of ethnographic reasoning.

Ethnography labs
In order to help students develop the tools to talk about ethnographic reasoning, I set up “ethnography labs,” sprinkled throughout the 10 weeks of the quarter. These “labs” involved structured close reading assignments in response to which students prepared a written “report” that they turned in ahead of class; these reports were responses to writing prompts that I gave them ahead of time. We used the same two book-length ethnographies that we were reading in class: Never in Anger by Jean Briggs (NiA), and White Saris and Sweet Mangoes by Sarah Lamb (WS). However, our questions and discussion in “lab” were different from our regular seminars. The exercises started at the sentence level, and then moved up to the level of argument and analysis in texts as a whole.
For example, the first lab was designed to help students recognize that anthropologists often prepare readers for their theoretical arguments even when they appear to be giving “background” information about their sites. We focused on the arrival stories from our two main ethnographies, because such stories are meant to situate the reader, both in the physical site itself, as well as in the broader theoretical conversation the author hopes to engage. In order to do so, I gave them the arrival stories from our two main ethnographies. Students had just begun to read Never in Anger but had not yet read White Saris. I scanned the segments and turned them into Word documents, so that students could easily turn in their annotations (and also, hopefully, to jolt students into reading slightly differently than they might read a scanned PDF). The assignment is reproduced in full at Figure 1. Much of the assignment involved very detailed instructions about how to read and annotate the text:
Guided reading:
  1. Read each of the texts fairly quickly. Mark passages that seem particularly significant: italicize
  2. Go through each of the passages again. This time, BOLD terms that seem somehow significant for the author. Perhaps they appear many times, or strike you as unusual, a foreign word or a specialized concept. Perhaps you just get a vague sense that this word will be important. We’ll call these keywords. Make a list of keywords for each text.
  3. Return to the passages that you marked as significant in your first reading. Do any of the author’s keywords appear in those passages? If so, what does the author appear to be doing with them? What was going on in the language of the passage that helped you understand that it was particularly important?
  4. Lamb and Briggs have very different voices. After having worked through steps 1-3, what differences do you notice?
  5. Skim the two texts one last time (bear with me). Having worked through both of them, take a guess for each text:
  6. What do you think the author might be interested inempirically? In other words, what practices, people, and things might she be paying attention to throughout the book?
  7. What do you think the author might be interested intheoretically? In other words, what ideas, concepts, or hypotheses might she be using her empirical findings to explore?
There’s no right or wrong answer for item 5, since we haven’t read the books yet—just take a wild guess! You have some hints from our readings from the first few weeks. Then, look at your keyword list and underlined passages. What made you guess what you guessed? How is the author hinting at what is to come?
Since this was our first lab, I tried to jolt students into becoming aware of how they took in key information from ethnographic writing. As a first step, I had them mark what struck them as key passages. I then had them generate keywords for each text, defined very loosely as words that seemed “somehow significant for the author.” They spent the rest of their report reflecting on what those key passages and key words were communicating about the bigger themes in the ethnography, introducing the concept of a connection between “empirical” and “theoretical” material.
I collected the student responses and played around with their findings. Students’ lists of keywords ranged from 8 per text to over 40. For class, I prepared a table that showed their lists of keywords compared side by side. I also noted which keywords had turned up in every student’s list (figure 2). I prepared a version of the texts with highlighted keywords as a power point presentation so that we could examine where keywords appeared on the page (figure 3).
Figure 2. Screenshot, analysis of student's keywords from Never in Anger (shared keywords are highlighted, green if all students listed them, orange if all but one listed them)
Figure 2. Screenshot, analysis of student’s keywords from Never in Anger (shared keywords are highlighted, green if all students listed them, orange if all but one listed them)
Figure 3. Annotated arrival story: student keywords highlighted. From Lamb, White Saris and Sweet Mangos
Figure 3. Annotated arrival story: student keywords highlighted. From Lamb, White Saris and Sweet Mangos
Although both of the passages analyzed by students appeared to be straightforward arrival narratives, students converged on keywords that were, in fact, central to the author’s arguments (though of course they could not have known this yet): the Bangla terms maya (illusion) and himsa (jealousy) for WS, for example. Interestingly, for NiA, nearly all listed the terms “fragility,” “privacy,” “separateness,” and “adopt” from Jean Briggs’ description of being dropped off by seaplane on the edge of an ice floe with her gear, considering the isolated tundra around her. Anyone familiar with Briggs’ narrative of confusion, chilly ostracization, and eventual tentative acceptance as an adopted “daughter” of ambiguous adult status in a tiny group of nomadic Inuit would immediately recognize these terms as key preoccupations throughout the text, though explicit argumentative language was completely absent in the passage students were asked to annotate. This exercise taught us how powerfully “mere” description sets the stage for the arguments that follow.
In class, we talked about how students came to understand keywords as important. Students mentioned everything from how frequently a word appeared to an author’s decision to use a term from another language and define it. As a final part of our in-class exercise, I projected each text with keywords highlighted, so that we could talk about where different authors introduce key terms. In comparing the two texts, we also discussed how the presentation and use of keywords created and reflected the different prose styles of the two authors. In WS, Sarah Lamb writes in a readable academic register; keywords were explicitly introduced and defined in topic sentences, clearly organizing the information that followed. In NiA, written in a more conversational style, the text was less obviously structured around key terms—though as students’ list demonstrated, it clearly communicated the importance of those terms nonetheless. Perhaps the most interesting thing that emerged from this exercise was that it offered students a way to tie one of their concerns about Briggs—that her writing didn’t’ feel like expert prose, that it seemed like she was “just” telling a story—to certain patterns in her prose style. In other words, it helped me make the point that their issue was one about writing choices that Briggs had made, and that those writing choices profoundly shaped how they engaged with her work.
Throughout the quarter, I designed exercises that used our course texts to help students reflect on issues of representation, writerly choices, and evidence ranging from how one author produced the schematic diagrams that accompanied her main argument, to reflecting on how to read between the lines to evaluate the logic that connected argument and evidence (in this case, in Robert Levy’s Tahitians, an exercise that made one student exclaim, “Oh my god, I thought I liked this and now I think I totally disagree!”). Throughout the quarter, our regular seminar discussions shifted as students rooted their questions in the course texts, and asked each other about what the narrative structure told us about the author’s main claims—and whether we agreed. By conducting exercises focused on how ethnography makes evidence into argument, we were able to compare ethnographic texts not only in terms of the content of their arguments about course topics like emotion or selfhood, but also in terms of how they drew upon evidence to make those arguments. These exercises helped students understand how to read deeply, how to look for evidence on the page. They made students aware of, alive to, the fact that writing in the social sciences is not transparent recording but an integral part of the process of asking and answering questions.

Julia Kowalski is a Visiting Assistant Professor of Anthropology at Williams College. She received her PhD in Comparative Human Development from the University of Chicago. She is beginning work on a book manuscript, titledDebating Dependence, which examines the role of family counseling in northwestern Indian women’s rights activism, and explores how this practice might help us better theorize intersections between kinship and human rights claims in everyday NGO practices.
The “Experiments with pedagogy” series is edited by Hanna Kienzler.